05-01-2010

Lecciones de la vida.-

Si se nace mujer, se está condenada a aprender a cocinar
(y luego una termina enamorada del arte culinaria).
La guitarra, el instrumento del pueblo, es muy difícil de tocar bien.
Es más fácil el piano, pero requiere más dedicación y entrega.
Cuando se está lejos de casa, se ven los problemas de manera distinta,
aunque, mejor dicho, aprendes a diferenciar qué es un problema y qué es una tontera.
La única persona que lo ha dejado todo por mi, es mi madre.
El té es rico y creo que es más peligrosamente adictivo que el alcohol.
Le temo a las drogas, por eso las mantengo lejos de mi, no porque la Iglesia me lo aconseje (aunque en un principio era por eso).
Creo que soy buena S.U.D. aunque haga cosas reprochables para algunos.
Soy una persona odiable para la mayoría, y para la minoría que soy querible, soy realmente adorable y linda y abrazable.
La gente que me ama, yo le amo también y también le admiro.
Cuando se está en soledad, lo mejor para aliviarla es la comida o jugar con los gatos.
Cuesta enormemente encontrar una casa ideal para vivir en Valparaíso-Viña, son muy caras.
Duele mucho cuando una persona amada se vuelve superficial.
Lo más rico que he comido en la vida es la lasagna o la cazuela que hace mi mamá.
Estoy comenzando a tener conciencia animal, pero me gusta mucho comer carne, huevos y leche.
Soy medianamente materialista.
Me gusta tener dinero en los bolsillos, aunque todavía no aprenda a gastarlo bien.
Cuando me da hambre, reacciono muy masculinamente, osea, mi meta es comer y el resto, pamplinas.
Me iré a comer.