31-12-2012

dosmildoce.-

bueno, creo que se empieza a hacer costumbre elaborar recuentos del año.
este en particular estuvo brígido, un 2012 intenso fue el mío al menos.
partió un tío y mi Tata. tomé decisiones importantes. aprendí a amar más a mi familia. crecí emocionalmente.
quise con mucha pasión. hice nuevxs y hermosxs amigxs. consolidé mis amistades de siempre. volví a vivir el Evangelio. me liberé de algunas trabas mentales. me eché un ramo y un año en la universidad. fui más feliz. lloré más que otros años. hoy mismo no es la excepción.


agradezco a quienes hicieron posible todo esto, familia, amigxs, gente, Dios. he podido sentir el amor de todxs ustedes en mi corazón. ando súper poco ocurrente para redactar algo. que venga el 2013, sin expectativas nuevamente, quiero sorprenderme otra vez. gracias otra vez.

09-12-2012

Las lecciones para el corazón.-

Hoy no habían grandes expectativas, era un domingo nublado, y -como casi siempre- no me quería levantar. Lo hice igual, muy tarde y sin ganas de llegar atrasada, así que apuré mis pasos.

Los mensajes calaron hondo en mi corazón, sobre todo el de Betty que nos invitó a permanecer. "¿Soy yo guarda de mi hermano?" (Moises 5:35) La respuesta es fuerte y clara: sí, somos nosotros guardas de nuestros hermanos, de nuestros amigos. Tuve guardas, a quienes agradezco y amo mucho, y ahora es mi misión serlo de quienes me necesitan.

Luego, debido a mi proceso desde casi cero, aprendí en mi clase de Principios del Evangelio acerca del Milenio, un tema de la doctrina que nunca había comprendido mucho, y hoy me hizo sentir lo perfecta que ésta es. Agradecía mientras la bendición de tener un buen maestro, y misioneros amorosos en mi barrio. Estaba tan feliz que compartí las galletas que había traído por no tomar desayuno, había salido atrasada. Estuvieron más ricas que habiéndomelas comido sola.

Y la SocSoc, o 'la clase de las abuelas' como me gusta llamarla, estuvo fuerte. Somos acaso, capaces de perdonar a quienes nos ofenden? Nos dimos cuenta que tenemos tareas pendientes, muchas, sino todas las hermanas de la clase.

Y al final, cuando ya iba llegando a la casa, vino lo más grande, lo que me mató por un segundo: caminábamos a nuestros hogares con la Familia Camacho, y la pequeña (estoy siendo mala con los nombres) lamentó lo nublado del día. Le dije que no se preocupara, que no era tan malo, y que las nubes tenían aspecto de quedarse por el resto del día. "Pero si tengo fé el sol saldrá y el cielo abrirá", me dijo sin titubear. Le pregunté por qué no le gustaban los días nublados, me dijo que no le daba ánimos de hacer nada, "¡pero puedes estar acostadita en tu cama, leyendo las Escrituras!" le dije, empapándome a la vez de su amor al Evangelio. Llegué a casa, sin ánimo de cocinar y me tendí a dormir. Descansé por tres horas, y cuando desperté, las nubes habían desaparecido y el cielo estaba muy azul. Quise llamar a la pequeña para darle las gracias por la lección más hermosa que me dieron este domingo, por ser ella quien me la brindó.

Como aprendí en un devocional "hay que taparse la vista, y dar pasos de fé, confiando en el Señor". A veces se me olvida en cosas tan pequeñitas como esa.

Este domingo estuvo más feliz de lo que pensé que podría haber sido. Estar viviendo el Evangelio nuevamente me hace más feliz de lo que pensé que podría serlo.